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Chávez busca que el debate no se centre ni en el caso Pdval ni en la calificación de comunista.

La Iglesia católica, pese a los problemas que enfrenta actualmente a nivel mundial, encabeza la lista de instituciones con mayor prestigio en Venezuela, incluso entre las personas que no se apegan a sus preceptos religiosos. Más de 80% de la población evalúa en positivo su gestión por el bienestar del país y lo vincula específicamente a su acción social (no se refiere a la política).

Con esta información, podría lucir sorprendente la jugada de Chávez de atacar duramente al Cardenal, ya que podría ser un enfrentamiento peligroso en términos de popularidad, quizás la única cosa por la que el Presidente siente algún respeto. ¿Será que se le fueron los tapones, otra vez, encendido por las críticas cardenalicias?

No me parece. Este ha sido un ataque medido, reiterado y con una ar- ticulación en las respuestas de todas las instituciones relevantes del Estado contra del Cardenal. No parece una pérdida de control presidencial sino una estrategia muy bien planificada.

Pero, ¿qué busca con eso? Comparto mi hipótesis sobre el tema.

Por una parte, el Cardenal y los comunicados de la Iglesia habían tocado un tema hípersensible para la sociedad: calificaron al Gobierno de comunista. Así, simple, directo, sin anestesia. Usaron los curas, también con planificación impecable, el más peligroso de los calificativos para la popularidad presidencial, si logran convencer a la población de que eso es cierto. ¿Por qué? Porque los venezolanos rechazan el comunismo desde siempre. Más de 80% evalúa ese modelo negativamente y 86% rechaza usar a la Cuba comunista como ejemplo para el país. La mayoría de los chavistas rechaza también el comunismo. ¿Y entonces por qué siguen a Chávez?, pregunta mi esposa. Simple, porque a diferencia de los opositores, ellos no piensan que el Gobierno camina en ese sentido y, por lo tanto, el riesgo no existe... a menos que alguien los convenza de lo contrario.

El hecho de que una institución de semejante influencia califique al Gobierno de comunista, en momentos en que éste ha arreciado su revolución, expropiado empresas, atacado al grupo empresarial más querido e importante del país, todo esto en el marco de una economía en declive y repleta de contenedores de comida podrida que desnuda la ineficiencia y la corrupción del manejo público es, como dirían los angloparlantes: "too much". Adriana Azzi lo traduciría: "Demasiadísimo".

Chávez no podía pasar esto liso. Existe el riesgo de que el calificativo se popularice y eso podría ser demoledor. Decidió matar dos pájaros de un tiro. Por una parte, ataca al Cardenal para desvirtuar la acusación frente a su propia gente y los NiNis (los únicos importantes aquí). Le está dando a sus seguidores un conjunto de calificativos altisonantes contra el prelado, como sustituto a argumentos sólidos para desvirtuar la acusación de comunista (un clásico, diría el profesor Giovanni Sartori de Columbia). Pero el otro pájaro es más interesante aún. Chávez intenta con esta discusión, llevada a categoría de pelea de barrio, que el debate mediático se concentre en esto y no en el escándalo Pdval, el crecimiento salvaje de los precios, la pérdida de poder adquisitivo, la destrucción de las inversiones privadas, las amenazas a la propiedad, el encarcelamiento como represión a la libertad política o el pesimismo que embarga hoy a la población. Frente a esos problemas críticos, si Chávez logra concentrar las primeras páginas alrededor de su pelea con el Cardenal y con la Iglesia, va en góndola. Después de todo, la agudización de un conflicto tradicional con una suegra (por querida que ésta sea por parte de su hija) siempre será mejor que cazar una discusión directa sobre un enorme cacho viajero que puede amenazar verdaderamente el matrimonio. ¿Espontáneo? Yo te aviso chirulí.

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