El alcalde Blyde no pierde la calma cuando advierte que ahora sí, luego de tantas falsas alarmas, el lobo ha llegado, ya pela los colmillos y tiene a su alcance un rebaño inadvertido y vulnerable. Nos alcanza el pasado, el soviético, el maoísta, el fidelista y lo hace, denuncia Blyde, bajo la forma de una Ley, en este caso la de Comunas.
-¿Qué efecto genera sobre la sociedad en su conjunto y sobre los individuos en particular, la Ley de Comunas?
-Es una forma de manipular los intereses de las organizaciones comunitarias. Los ciudadanos organizados y electos, primero en consejos comunales y luego en ciudades comunales, como dice el proyecto de ley, deben ir a un Ministerio del poder central que dicta la normas para que se ajusten al Plan Nacional de Desarrollo, aprueban o no los proyectos con sus respectivos recursos y reconocen o no a la comuna. Se trata de una fórmula de centralización del poder. El ciudadano no podrá acudir a alcaldes para solucionar sus problemas y según la ley debe hacerlo por medio de la comuna al poder central.
-¿Contempla la ley el fin de gobernaciones, alcaldías y concejos municipales?
-No, pero invade sus competencias constitucionales y las obliga a destinar partidas presupuestarias para financiar las comunas, cuando ya se sabe que nuestros presupuestos son deficitarios por la eliminación del Fides (Fondo Intergubernamental para la Descentralización), de la Ley de Asignaciones Especiales (LAEE) y la disminución del situado constitucional. Nosotros debemos recibir el 20% de la renta petrolera, pero como el Gobierno central calcula el presupuesto a 40 dólares el barril, nos reduce las asignaciones por debajo del precio real del barril.
-¿Quién elige a los miembros de la comuna, cómo se organizan, cuántos son?
-Es complicado. Una comisión promotora, teóricamente designada por la comunidad o autonombrada, convoca a una asamblea que establece los fines de la comuna, fija sus límites territoriales (pueden exceder los establecidos para los municipios) y eligen cinco voceros. Estos convocan una elección, en otra asamblea, en la que se elige un comité electoral provisional (un CNE local fuera del Poder Electoral sancionado por la Constitución) que levanta un registro donde se dicta quiénes pueden votar y quiénes no, para aprobar una carta fundacional, redactada por los cinco elegidos inicialmente. Luego se convoca un referendo para aprobar o no la carta. Caso afirmativo se constituye la comuna para, en elecciones de segundo y tercer grados elegir a parlamentarios de la comuna y un consejo de cumplimiento, órgano ejecutivo dependiente de ese Parlamento.
-¿Cómo queda el voto universal, secreto y directo?
-Queda eliminado.
-¿No resulta imposible de poner en práctica un proceso tan engorroso?
-Imposible no, aunque el proceso de constitución de un consejo comunal es difícil porque también es asambleario y no han podido instalarse en muchos sitios. Incluso la última reforma a la Ley Orgánica de Consejos Comunales cambió de 300 a 150 el número de familias necesarias para la creación de los C.C. En este caso todo depende de quién esté moviendo eso y seguramente al PSUV le será fácil hacerlo en sectores donde le convenga instalar la comuna, haciendo la vista gorda a muchos requisitos porque no hay un órgano contralor distinto al Gobierno nacional. Pero donde ellos sepan que carecen de fuerza, pondrán mil trabas para impedir la comuna.
-¿No se decreta así el veto a partidos de oposición y a sus dirigentes?
-Yo iría mucho más allá. No se trata solo de un excluir dirigentes de organizaciones no afines al socialismo comunista, sino que cualquier ciudadano, no afiliado a un partido y opuesto al comunismo, queda automáticamente excluido de la comuna porque el fin de ésta es la implementación de un sistema socialista legitimado, según ellos, por el Estado. Pero toda organización político-territorial debe ser plural. Es como si la Constitución señalara que los municipios deben llevar la economía a un sistema socialista. Eso es inaudito e impensable en un país democrático.
-Estamos hablando de comunas regionales o zonales, pero ¿está prevista la creación de una gran comuna nacional, como organismo legislativo central, al estilo de la URSS, donde, además de los soviets locales existía el llamado Soviet Supremo?
-Está previsto en la ley, pero no señala en qué forma se haría. En parte de la exposición de motivos se señala que estamos en una etapa de transición hacia el Estado comunal y que la finalidad última es la implantación del socialismo. Por lo tanto estamos ante un modelo muy parecido al soviético, solo que aquí irían avanzando por escalones para establecer una república cuya base no será el municipio sino la comuna. La unión de comunas conformaría el Estado Comunal y la URSS era la unión de comunas.
-Todas controladas por el aparato del partido.
-Así lo han justificado los grandes creyentes del marxismo y del maoísmo. Un Estado hegemónico, central, muy fuerte, que aplique medidas dictatoriales y represivas mientras va acabando con el aparato productivo del capitalismo. Mao, en China, lo veía como una transición necesaria para llegar a ese Estado ideal donde las comunas se gobiernan a sí mismas y no es necesaria la existencia del poder central. Pero siempre se desvían porque, como no logran esa autonomía del Gobierno asambleario, donde nadie es responsable de nada, terminan justificando la existencia del Estado controlador.
-El Estado represivo y totalitario controla a la sociedad, pero a su vez es controlado por el partido, al cual lo controla el Politburó y en la cima de la pirámide reina el gobernante supremo.
-Es la forma de gobierno que querrán imponer una vez que modifiquen el texto constitucional de 1999 para justificar a ese gobernante supremo. Pero no hay que ir tan lejos, el Presidente siempre ha querido halar con pinzas la Constitución para justificar el socialismo, cuando aquella señala que somos un Estado social de justicia y de derecho. También ha dicho que él es el jefe de Estado y por tanto los poderes deben obedecer sus lineamientos.
-¿En cuánto tiempo podrán lograr ese cambio radical si más de la mitad de la población se opone?
-Más de la mitad de la población se opone al proyecto socialista, pero cuando preguntas por el Estado comunista, con una propiedad absolutamente estatal y disfrazada de propiedad social, el porcentaje aumenta notablemente. Y eso es así porque cuando estatizan a las empresas y las denominan socialistas, no terminan traspasándole las acciones o los dividendos a los trabajadores.
-¿En cuánto tiempo pueden imponer algo que la gente rechaza?
-No puedo predecirlo. Este es el primer texto, desde que comenzó este proceso, contrario a la Constitución, no plural, ideológico y que le arrebata competencias a los más cercanos a la gente: alcaldías, concejos municipales y consejos locales de políticas públicas. Es el primer zarpazo al orden constitucional en cuanto a estructuración política y territorial y al modelo plural socioeconómico establecido en la Constitución. Eso significa que vendrán nuevas leyes, de aquí a septiembre intentarán acelerar el proceso y según los resultados de las elecciones, tienen hasta el 5 de enero para producir otras leyes.
-¿No sobran razones para convocar a una gran movilización en rechazo a esa ley?
-Sí lo creo, pero para que pueda haber una movilización lo primero es informar. Si derrotamos la reforma constitucional del 2007 fue porque tuvimos tiempo para alertar a la población sobre su contenido. Ahora no tenemos tanto tiempo, pero debemos hacer conocer al país, en detalle, el contenido de un proyecto de ley declarado por la Asamblea Nacional como de urgencia reglamentaria porque no quieren que se consulte nacionalmente. Nosotros hemos convocado a los alcaldes para explicar el contenido y producir un escrito profundo de observaciones que llevaremos a la Asamblea. Pero ha habido tantos llamados en el pasado advirtiéndonos que llegó el lobo y no llegaba, que la gente ha dejado de creer. Ahora, yo, que no me considero alarmista, ni hago llamados irresponsables, considero que estamos ante el avance gigantesco hacia un Estado comunista. Por eso debemos prender todas las alarmas y evitar que el intento siga avanzando.
Roberto Giusti
El Universal
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