El caso de Franklin Brito es el caso que le llegará a muchos venezolanos cuando no les quede nada más que su propio cuerpo como arma de protesta. |
“Su batalla en solitario fue la de un hombre humilde y sencillo, que no podía blandir otra arma que la de su propia vida. La puso en juego con una determinación sobrehumana. Nunca simuló ni montó shows. Simplemente, se dejó morir, casi calladamente”. Así se expresa Teodoro Petkoff en un editorial a raíz de la muerte de Franklin Brito. Y lo cito porque es de los pocos comentarios que hasta ahora he leído provenientes de Venezuela que le ha otorgado la verdadera dimensión ética y humana al gesto trágico y grandioso de Brito.
El cubano Orlando Zapata murió el 23 de febrero de 2010
En Cuba y Bolivia
En dos países de América Latina, Cuba y Bolivia, la huelga de hambre es un recurso que la oposición emplea de manera frecuente. No obstante, pese a tratarse de un método de presión ante el poder, en ambos países no tiene el mismo significado. Mientras que en Bolivia la huelga de hambre, que por lo general se realiza de manera colectiva, se podría considerar como un método relacionado con la cultura sindical del país, complementario de los movimientos de protesta que en el país andino suelen desembocar en situaciones insurreccionales. Al contrario de Cuba en donde, – hasta las recientes huelgas de hambre llevadas a cabo por Zapata (que culminó con su muerte) y Fariñas -, que tuvieron un impacto internacional y contribuyeron de manera decisiva a doblegar la intransigencia del régimen logrando la liberación de los presos políticos -, numerosas huelgas de hambre de una duración difícilmente imaginable se han realizado en el silencio impuesto por la censura absoluta que hasta ahora ha protegido a la dictadura cubana, pues han tenido como escenario las tenebrosas, sórdidas o inhumanas cárceles en donde se practican métodos sofisticados de tortura y en donde la visita de los familiares de los prisioneros – testigos indeseables – son obstaculizadas de manera sistemática. Las huelgas de hambre que han tenido una duración de varios meses, para los presos cubanos han significado un último recurso de dejarse morir en silencio.
Y ahora Venezuela
El venezolano Franklin Brito falleció el 30 de agosto de 2010
Similar es el caso de Franklin Brito quien decidió ofrendar su vida, – no para defender su hacienda o la propiedad privada, como lo han interpretado muchos habituados a no ver mucho más allá de sus propias narices, midiendo con el mismo rasero un gesto que se eleva a la trascendencia -, al preferir morir “en nombre de algo tan abstracto, pero tan poderoso como es el derecho a la vida en dignidad.
La relación mimética que mantiene el régimen del teniente-coronel Chávez Frías con el cubano es de tal magnitud que ninguna iniciativa escapa a esa influencia. El trato que se le dio al caso de Franklin Brito, es copia conforme del trato que el castrismo le ha reservado a los innumerables casos de huelga de hambre que se han dado en las cárceles castristas. El caso más sonado fue el del líder estudiantil Pedro Luis Boitel, miembro del Movimiento 26 de Julio quien normalmente debía asumir la presidencia de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) en 1959, pero como era católico, fue desplazado pues desde 1959 la fractura entre comunistas y no comunistas dentro del propio movimiento revolucionario, era un hecho consumado. Boitel fue hecho prisionero y murió en la cárcel tras haber realizado varias huelgas de hambre, la última duró 53 días. Su muerte causó un hondo impacto pues se trataba de un líder muy querido y popular entre el estudiantado. Armando Valladares, ex preso político, cuenta en sus memorias Contra toda esperanza, el calvario que sufrió Boitel hasta su muerte.
Bolivianos en huelga de hambre
El cuerpo humano, refugio de dignidad
Huber Matos, uno de los comandantes históricos del Movimiento 26 de Julio, que también cayó preso en 1959 y purgó 20 años de prisión por oponerse a la abierta y sorprendente orientación comunista de Castro, en un alucinante libro de memorias, Cómo llegó la noche, relata sus experiencias y la de sus compañeros, en las diferentes cárceles por las que pasó. El relato de las huelgas de hambre, el proceso de las mismas y el trato de las autoridades a los huelguistas, constituyen uno de los capítulos más densos de la obra y una fuente de primera importancia acerca de ese método de rebelión y el trato que un régimen totalitario reserva a los huelguistas.
El Universo carcelario cubano tiene la característica de que una vez el preso condenado, continúan las vejaciones, las torturas psicológicas, inclusive un método particularmente inhumano, la “recondena” que consiste una vez cumplida, alargar la pena de prisión a aquellos reclusos que se hubiesen negado a colaborar con las autoridades y continuarán manifestando una actitud rebelde, como el de negarse a llevar el uniforme de los presos comunes.
Otra característica es la de no inmutarse ante una huelga de hambre. Las autoridades demuestran en esos casos una insensibilidad absoluta. Al prisionero no le queda otra que la de morir o detener la huelga.
Se equivocan una vez más aquellos que opinan que Franklin Brito murió porque Chávez Frías andaba ocupado en otras cosas: en la campaña electoral o en la revolución mundial y no le quedaba tiempo de ocuparse de lo que para él, son nimiedades. O aquellos que piadosamente dicen que “eso no deberá volver a suceder” en Venezuela. El caso de Franklin Brito es el caso que le llegará a muchos venezolanos cuando no les quede nada más que su propio cuerpo como arma de protesta.
Volviendo a caso boliviano: en Bolivia la huelga de hambre forma parte de la técnica de manifestación. En Cuba es el último recurso que queda para demostrar que en algunos todavía pervive el sentido de dignidad y el deseo de querer vivir en libertad. Quizá el reto que deberán enfrentar los venezolanos deseosos de defender la libertad sea juntar esos dos elementos en caso de considerarse defraudados en la próxima agenda electoral.
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