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A Chávez el dinero no le alcanzará nunca, siempre requiere más. Ni con el barril de petróleo a 100 dólares duerme tranquilo. De pronto, en sus últimas cadenas menciona la sustentabilidad del modelo, la posibilidad de que naufrague la revolución porque un día los cheques no tengan fondo, este curioso socialismo impone la justicia social a fuerza de dinero para pagar expropiaciones, aumentos de sueldo, bonos. Este socialismo se resignó ya a no aumentar la producción nacional, no cree en sus planes agrícolas. Teme subir el precio de la gasolina, cobrarle la electricidad a los millones de venezolanos que no la pagan.




¿Cómo mantener el modelo? ¿Le llegan consejos de la isla? Ni con el petróleo a 150 dólares evitará los apagones, y a ese precio se caerá la economía mundial y arrastrará hacia abajo el precio del barril.

Por acabar con la meritocracia se condenó a la más espantosa ineficacia. Le generan mayores gastos los cubanos, los bolivianos, los nicaragüenses, sencillamente porque producen poco, o no producen. En Venezuela se prepara para las elecciones más difíciles de su vida, enfrentará a una oposición unificada, mal que bien.

Ha lanzado un plan de viviendas monstruoso con la ilusión de matar 2 pájaros de un tiro: generar empleo y reconquistar al electorado, pero hasta ahora sólo exhibe unas maquetas improvisadas.

Anda en campaña, le lleva 12 años de ventaja a la oposición que arrancará en febrero de 2012 y quizá se entere este último trimestre de que las elecciones presidenciales se celebrarán en junio o julio de ese año. De pronto, aumenta dramáticamente el sueldo de los enfermeros y en grado menor el de los universitarios. Alguna simpatía le generará esas medidas, sólo que pronto los trabajadores de las empresas estatizadas pedirán lo mismo, como ya lo están haciendo los obreros de comercializadoras de gas en bombona.

No hay que subestimar a Chávez. Nunca. Algo, sin embargo, lo está abrumando, la falta de sustentabilidad del sistema. Responde con cadenas por televisión a la crisis eléctrica, siguen los apagones.

Acabó con la meritocracia en Edelca.

Chávez ha construido un sistema en el que sólo el gasto público mueve la economía, lo que garantiza que crecerá la inflación según aumente el circulante. El Gobierno coloca más bolívares en la calle, no hay producción nacional. Las empresas estatizadas no producen, esta semana no se conseguía aceite Diana y faltaba pan. El cemento y la cabilla los comercializan verdaderas mafias. O se paga el doble del precio fijado o no hay cemento. El Gobierno obligaba a las empresas privadas cementeras a respetar los precios regulados, es impotente frente a las mafias rojas rojitas del cemento.

Chávez decretó que 95% de los ingresos adicionales del petróleo fueran para el gasto público. A los pocos días dijo que las empresas petroleras que estaban invirtiendo se exceptuarán de esta medida, salvó a las multinacionales asociadas en empresas mixtas de este impuesto extraordinario que pagará solamente Pdvsa…

El ministro explicó que la producción incremental que logren las empresas mixtas quedó exonerada del pago del impuesto, así como la extracción de los nuevos proyectos de la faja del Orinoco Chávez quiere aumentar como sea el número de taladros en el país, lo está logrando, según Baker Hughes y otros especialistas, aunque Gustavo Coronel rechace esa información.

Como sea, Chávez no duerme bien.

Por Fausto Masso

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