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Fonéticamente puede ser confundida con la famosa avioneta Cessna, pero es más que eso. La creación del Centro de Estudio Situacional de la Nación (Cesna) hace encender de nuevo las alarmas en materia de libertad de expresión. Y vale recordar que una de las razones por las cuales me opuse a unos cuantos aspectos de la reforma constitucional de 2007 fue precisamente por el hecho de que se pretendía modificar el artículo 337 de la carta magna para suprimir el derecho a la información como una de las garantías que no pueden ser limitadas en estados de excepción.

Pues bien, con la creación del Cesna se establece un nuevo filtro al derecho a la información que tenemos los venezolanos, y quedará a discreción de sus directivos, bajo las órdenes del Ministerio de Interior y Justicia, la clasificación y reserva como asuntos de seguridad del Estado de, cualquier información que a juicio de algún burócrata ponga en peligro la estabilidad del Gobierno.

Esta instancia, está inspirada en de aquella frustrada iniciativa legislativa para crear una Ley de Inteligencia y Contrainteligencia, mediante la cual los ciudadanos se transformaban, de hecho, en delatores, y se generaban todas las condiciones para restringir el derecho de los ciudadanos de estar enterados de informaciones de real interés público.

Si se tratara de una sala situacional a escala nacional ello no sería un suficiente elemento como para considerar que el Cesna constituye de por sí una amenaza.

El problema es cuando nos vamos a las facultades que se le otorgan. Y prácticamente cualquier información quedará sujeta al criterio que prevalezca en esa instancia. Es, la reedición, por otros medios, del odioso lápiz con el cual algunos funcionarios prominentes del segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez visitaban las redacciones de los periódicos, durante la suspensión de garantías, para tachar, sin vergüenza y consideración alguna, aquellos párrafos o notas completas que a su juicio debían ser censuradas.

El ejercicio del periodismo pudiera quedar sometido a una nueva limitación que al final terminará perjudicando a los ciudadanos y suderecho de estar informados. Por esa vía, noticias tan desagradables, dolorosas e indignantes como la pérdida de miles de toneladas dealimentos en los contenedores de Pdval pueden quedar, debidamente escondidas en el fondo de alguna oscura gaveta del Cesna, a salvodel escrutinio ciudadano, lo cual es sumamente grave, porque favorece la corrupción, la impunidad, el abuso, la ineficacia y la indolenciaen el ejercicio de la función pública. Por ello es imposible no acompañar el rechazo al Cesna manifestado por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa.

Cualquier iniciativa destinada a limitar el acceso a la información, a impedir el control ciudadano de la función pública y a debilitar una institución tan afín a la democracia como lo es la denuncia tiene que ser repudiada por todos, y en especial por quienes ejercemos elperiodismo. Si no fuera por la actitud incondicional de la mayoría de la Asamblea Nacional, diría que el Parlamento también debería hacer sentir su preocupación y rechazar este Cesna, por constituir una amenaza a derechos consagrados en la carta magna. Lo mismo diría de la Defensoría del Pueblo, pero es penoso admitirlo, primero da peras un olmo.

Franklin Brito. Más allá del reclamo que hace al Estado este productor agropecuario, es insólito que el Gobierno impida a la Cruz Roja visitar a Franklin Brito, recluido en el Hospital Militar contra su voluntad y la de sus familiares.

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