Se anuncia la construcción de por lo menos 350 mil viviendas cada año, cuando esa es la cifra aproximada de viviendas levantadas en los últimos 12 años
Por causa de la "revolución bolivarista", el drama de la vivienda social se convirtió en tragedia, y ahora con la llamada "Misión Vivienda Venezuela", en farsa y de esas que no hacen reír sino que agravan el desprecio y la burla.
La razón es simple: en estos 12 largos años de supuestos gobiernos revolucionarios, a duras penas se han podido completar la misma cantidad de viviendas que se construyeron en cada uno de los 6 quinquenios gubernativos, a partir de finales de los años 60 del siglo pasado.
En otras palabras, Chávez en 12 años ha terminado igual o menos viviendas que las hechas por Caldera-I en 5 años, o Pérez I en 5 años, o Herrera Campíns en 5 años, o Lusinchi en 5 años, o Pérez II-Velásquez en 5 años, o Caldera II en 5 años.
Y no hay derecho a esta realidad, en especial porque el siglo XXI ha sido el de la gran bonanza de los países petroleros y el del acelerado avance tecnológico a nivel global. Sólo la negligencia más incriminante podría explicar, por ejemplo, que en el año 1973, hace casi 40 años, se construyeran más viviendas que en el año 2010, siendo que en ese modesto país de entonces, el barril de petróleo estaba en 3 dólares y el año pasado cerró en casi 100.
Por ello es que el régimen de Chávez ha incrementado culposamente el déficit de vivienda en el país, y lejos de reconocer esa responsabilidad y por tanto tratar de enseriar las cosas, lo que está haciendo es refritar la misma improvisación bolivarista, disfrazándola, de nuevo, con los ropajes de una pomposa iniciativa y maquillándola con publicidad masiva y millardaria.
Y se anuncia la construcción de por lo menos 350 mil viviendas cada año, cuando esa es la cifra aproximada de viviendas levantadas en los últimos 12 años.... Semejante promesa electoral, por lo demás, se hace todavía más remota, si se la pretende cumplir con los mismos nombres y los mismos métodos de Chávez y compañía.
Verbigracia, mucho menos cabilla por la estatización de Sidor y Sidetur, mucho menos cemento por la expropiación de las cementeras, mucho menos personal técnico y gerencial capacitado por la persecución al conjunto de las empresas constructoras privadas, a cuenta de las ovejas negras; mucha menos confianza para invertir, y muy especialmente mucha pero mucha más angustia popular por el desfase oceánico entre la expectativa y los resultados.
Se podrían desarrollar 350 mil viviendas por año y hasta más, si se revitalizara la industria privada de la construcción, y el Estado forjara un gran acuerdo para asegurar la propiedad, estimular la inversión, sumar a los gobernadores y alcaldes, incorporar a las comunidades y promover la auto-construcción. Pero eso luce incompatible con el cacareado "Socialismo de siglo XXI", o con el afán de controlarlo todo, incluyendo lo dinerario.
Del drama a la tragedia, y de la tragedia a la farsa, es el triste historial de la vivienda popular durante la revolución bolivarista. Por eso, el futuro puede, debe y tiene que ser distinto.
Por Fernando Luis Egaña
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